La discriminación suele asumir rostros como la desigualdad de oportunidades de empleo, vivienda y bienes y servicios.
Salvo los esfuerzos de ONG como Amnistía Internacional, los trabajos internacionales son muy pobres para combatir este fenómeno y la Carta de las Naciones Unidas (ONU) de 1945 muchas veces es sólo lo que podría denominarse letra muerta. En este documento se establece “el respeto por los derechos humanos y las libertades fundamentales de todos los individuos sin distinción de raza, sexo, idioma o religión.”
Por supuesto que hoy en día también hay discriminación por condición ideológica, económica e incluso por condición intelectual; es decir, los que piensan diferente, los pobres y aquellos que no han tenido acceso a una educación de más alto nivel, también sufren segregación; es decir, hay muchas formas de hacer sentir inferior al otro simplemente porque es distinto en alguna forma. Finalmente habría que señalar que poco a poco, la posibilidad de “diseñar” humanos más y mejor desarrollados a través de la genética, abre la puerta, en un futuro, a una discriminación aún más dura.
En cuanto a Responsabilidad Social, la discriminación debería ser absolutamente borrada de las empresas, pues es una práctica despreciable que orada los cimientos de la sociedad misma. Ningún colaborador debe ser considerado mejor que otro por razones económicas, de sexo, raza, religión o idelogía.
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